«Me toca el honor de dirigirme a ustedes el último día del la 78ª edición de la Feria del Libro de Madrid, a menos de diez horas de que cierren sus persianas las casetas que, cada año, convierten el Paseo de Coches del Retiro en una de las avenidas más letradas del planeta.
Frecuento la Feria hace ya tanto tiempo que me inquieta pensar que la inmensa mayoría de ustedes no había nacido. La primera vez que la visité, de hecho, aún no había encontrado su lugar natural en El Retiro, un ámbito que ha resultado tan consustancial al evento que a todos se nos antoja imposible imaginárnoslo en cualquier otro sitio. Algo que deberían tener en cuenta las instancias municipales de las que depende esta imensa fiesta cultural de Madrid que convoca a dos millones de visitantes cada primavera.
Este año, además, se dan dos circunstancias excepcionales a las que quiero referirme en esta especie de ángelus laico y libresco —al fin y al cabo es mediodia—, que me toca entonar casi a modo de «pobre de mí» sanferminesco, despidiendo la Feria hasta que el año que viene regresen los libros a enseñorearse de El Retiro.
La primera es que, por única vez en mi recuerdo, y sin que sirva de precedente, la lluvia y los demás meteoros adversos (les recuerdo que ha habido años que han caído granizos del tamaño de nueces) han concedido una bendita tregua a los editores, libreros y público. No ha habido un solo día en que la atmósfera se haya presentado con su peor rostro a hacer la pascua a libreros y editores, los dos pilares indisolubles del certamen.
Y, la segunda, muy relacionada con la anterior, pero también con la labor muy profesional de la Administración de la Feria, es que este año en mi trabajo de campo por las casetas solo he encontrado sonrisas y optimismo. Parece increíble —dado la inmerecida fama de quejica que tiene el gremio— pero esta vez no he escuchado ni suspiros, ni lamentos ni trenos, ni gruñidos, ni mucho menos apocalípticas jeremiadas sobre el inminente fin del que se ha llamado impropiamente «libro analógico». Al revés: el éxito popular de esta feria es un índice indiscutible de que el papel sigue siendo el soporte preferido para la lectura. Incluso mis amigos editores me informan de un significativo aumento de peticiones para que se vuelva a imprimir en papel los catálogos en que los mejores lectores encuentran los tesoros que acuden a buscar a las librerías, durante y después de la Feria.
Y a todos ustedes, los que ahora llenan y esta tarde volverán a hacerlo el espacio de la Feria, les pido que aprovechen las escasas horas que les quedan para tener todos los libros al alcance de la mano y a muchísimos autores dedicándoselos. No se pierdan esta ocasión irrepetible. Al menos hasta el año que viene».
El periodista Manuel Rodríguez Rivero ha protagonizado el último Micro de la Feria. (Ver en YouTube)